martes, 26 de mayo de 2009

El amor... una carrera de costales


Es curioso, que precisamente en el lugar destinado a la enseñanza y el aprendizaje, donde podemos aprender y aprehender herramientas que nos ayudarán a salir menos lastimados en la vida, se dé el problema más imperante de la humanidad, y aparte de todo esto, que no exista una cátedra dedicada a la comprensión de este grave padecimiento, el amor. Al menos una vez, al menos en un momento, todos los que hemos pasado por un aula hemos experimentado la sensación de tibieza, exaltación y sosiego al mismo tiempo y no hemos sabido que hacer. En nuestra pancita revolotean maripositas, porque un musculo se encoge y se expande de manera involuntaria, y no sabemos que lo provoca. No es como los músculos de los brazos o de las piernas que podemos controlar y que provocamos. Duele el pecho, el corazón acelera sus pulsaciones, más sangre de la normal es bombeada más rápido. Un nudo en la garganta impide el libre paso del aire a los pulmones porque las paredes de la tráquea se mueven a destiempo. Mas sangre bombeándose a todo el cuerpo requiere de más oxigeno, la respiración se vuelve más rápida, por eso parecemos agitados. Van apenas unos segundos de estar cerca de la persona por la que nos sentimos atraídos, y nuestro cerebro ha “dado” una orden que no tiene retroceso. Se han liberado algunas drogas naturales y ahora recorren cada centímetro de nuestro cuerpo. Células, tejidos, órganos y sistemas se encuentran bajo el influjo de estas sustancias, una, por un lado le “indica” al cuerpo que debe incrementar su ritmo, mientras que otras le impiden la libre ejecución de la “orden”. Con frecuencia a este tipo de padecimiento lo denominamos amor. Estoy enamorado. Nadie que lo haya experimentado objetara, pero se trata de una atracción, de amor pasional.
Alguna vez intente conducir un auto a 50 K/h con la primera velocidad y después a la inversa, con la tercera velocidad a 10 K/h, el automóvil no “comprende” la orden de avanzar más o menos rápido con una transmisión que no es la adecuada, similar ocurre con el cuerpo humano. La dopamina acelera las funciones, mientras que la serotonina las disminuye. Eso solo indica que estamos conduciendo pero no que conducimos adecuadamente o bien.
Es como participar en una carrera de costales, y resulta peor si la carrera es en parejas, por lo regular no se acoplan si no se ponen de acuerdo. Existen dos posibles finales para una competencia como esta, terminar tendidos a mitad de la carrera, dentro o fuera del saco, recriminando al compañero por no brincar al mismo tiempo y abandonando la carrera. La otra curiosamente es la manera feliz de concluir, quizá no se llegue en primer lugar, pero con seguridad se llegara a la meta. Logrando un mutuo acuerdo la pareja de concursantes lograran dar un brinco a la vez, descansado cuando así se requiera, y avanzar al mismo tiempo. El amor es una carrera de parejas en costales, no se trata de llegar primero sino de saber llegar. Se trata de no caer, para eso la confianza, la comprensión y el mutuo acuerdo son necesarios. Después de la emoción y la pasión que produce entrar a una competencia, el primer paso es decisivo, uno puede ganar tiempo saliendo primero, pero si no hay acuerdo es posible caer después de tres saltos, la recuperación es posible, pero se trata de no cometer los mismos errores, cuando no hay acuerdo lo mejor es cambiar de pareja, de costal, o de competencia.
Después de la dopamina; las mariposas, conducir un auto o saltar dentro de un costal, se encuentra la felicidad, el buen conducir un auto y el saber saltar. Si nos quedamos solo con la parte inicial que nos produce la emoción visceral nos estaremos perdiendo de la mitad restante de cada una de estas cosas, que suelen ser la porción más exquisita.

martes, 19 de mayo de 2009

Ciencia Cruel


Hace un par de años la noticia de que el amor tenía caducidad dio la vuelta al mundo, una nota publicada en El Clarin donde la antropóloga estadounidense Helen Ficher decía que el proceso del enamoramiento está relacionado con la producción de dopamina, un neurotransmisor que provoca la motivación pasional. El estado de motivación durante el enamoramiento es una mera ilusión provocada por una droga natural que el cuerpo produce manteniéndonos en un estado de goce y satisfacción. Que dirían las princesas de los cuentos de hadas si les revelamos que al esperar al príncipe azul, gallardo, que viene de muy lejos solo para entregarse a los brazos de su amada y llevársela a su reino es cierto, pero no les podemos asegurar el “vivir felices por siempre”, seguramente, nada. En los cuentos de hadas no existen los científicos, pues no habría cuentos de hadas. Tiran mentiras y revelan verdades. Y ahí les va una. Si el amor fuese eterno, todos viviríamos en un estado permanente de motivación y exaltación pasional. Oh decepción para todos ¡y todas! El estado de enamoramiento dura de uno a tres años, el cosquilleo, las mariposas en el estomago, y las ganas de cantar todo el día es por culpa de un neurotransmisor, la dopamina. El amor se acaba, al menos eso dicen los estudios de la Antropóloga evolucionista, que afirma que el amor pasional es solo el 50% del amor, es decir, la famosa “química” entre dos personas. La otra mitad dependerá de los vínculos de confianza, respeto y compromiso que uno tiene hacia el otro. Por lo pronto si el amor tiene o no una fecha de caducidad no es culpa de los científicos que lo “descubrieron” como tampoco es culpa nuestra por dejar de producir dopamina. Es solo una de las verdades que revela la ciencia.

martes, 12 de mayo de 2009

¿Porqué Mentimos?


La mentira es parte de nuestra naturaleza. Es una característica inherente y necesaria para la supervivencia y por consecuencia para la evolución. Muchos insectos comestibles como las mariposas obtienen protección imitando la apariencia externa de otros insectos desagradables o provistos de un aguijón. Los predadores también mienten. El alacrán marino espera, pacientemente, en el fondo del mar, fusionándose casi con el trasfondo. La única parte conspicua es un pedazo de carne, de apariencia de gusano, al extremo de una “caña de pescar” que se proyecta desde la parte más alta de su cabeza. Cuando se acerque una presa en forma de pez pequeño. El alacrán marino hará danzar su carnada en forma de gusano frente al pececillo con el fin de atraerlo hasta la región donde se oculta su propia boca. Abrirá, repentinamente sus mandíbulas y el pececillo será succionado y devorado. El alacrán marino mentirá, explotando la tendencia del pececillo a acercarse a los objetos que tengan la apariencia y se retuerzan como gusanos. Dirá: “Aquí hay un gusano”, y cualquier pez pequeño que “crea” la mentira, será rápidamente comido.
La capacidad para “mentir” se encuentra íntimamente ligada con la supervivencia de los organismos, no se hace de manera premeditada. No existe una inclinación consciente a la mentira con la finalidad de encontrar un beneficio. Cada especie ha encontrado una manera de sobrevivir de acuerdo con el medio en que se rodea. Parte de esta información se encuentra en los genes. Información que dicta ciertas conductas y propicia la adaptación y supervivencia. El hecho de “mentir” para “ganar” es una de las características que compartimos la mayoría de las especies que habitan en la tierra, después de todo no podemos renegar de nuestro origen, lo llevamos en los genes.

Parte de este texto fue tomado de la obra El gen Egoísta de R. Dawkins

martes, 5 de mayo de 2009

El Ojo del Huracan


Por fin han pasado los días críticos de la epidemia, pronto las actividades de todos los centros educativos se reanudarán con normalidad, pero: ¿Qué nos dejo esta crisis?
Nos deja una lección apropiada, y necesaria, nos da muestra de la falta de conocimiento que se tiene acerca de la evolución, acerca de la biología de los organismos, de las circunstancias, y de los cuidados a la salud. Los efectos que produjo la situación crítica de la epidemia, de una situación traumática, ante una enorme cantidad de información. Las emociones y estímulos que se vivieron de forma inesperada, provocan que cada persona reaccionara de manera particular de acuerdo con su historia, su estructura de personalidad y sus mecanismos de defensa.
Después de tanta información y tanta desinformación, lo necesario es saber, saber qué son los virus, por qué su peligrosidad, y para qué las medidas de seguridad. Desde el escupitajo en el futbol hasta el aislamiento de mexicanos en China, pasamos por la desconfianza hacia las autoridades de salud. Es cierto que el tiempo dará la razón a unos y condenará a los otros. Mientras eso ocurre es necesario llenarse de buena información, o información de calidad. Solo así podremos crearnos un juicio de valor, y no solo dejarnos llevar por lo que se dice por ahí.