martes, 19 de enero de 2010

Ciencia y esperanza


El pasado 20 de diciembre se cumplieron 13 años de la muerte del popular astronomo y divulgador de la ciencia Carl Edward Sagan. Aquí un extracto de uno de sus libros donde pone de manifiesto su interes por la ciencia y su divulgación.

Yo fui niño en una época de esperanza. Quise ser científico desde mis primeros días de escuela. El momento en que cristalizó mi deseo llegó cuando capté por primera vez que las estrellas eran soles poderosos, cuando constaté lo increíblemente lejos que debían de estar para aparecer como simples puntos de luz en el cielo. No estoy seguro de que entonces supiera siquiera el significado de la palabra «ciencia», pero de alguna manera quería sumergirme en toda su grandeza. Me llamaba la atención el esplendor del universo, me fascinaba la perspectiva de comprender cómo funcionan realmente las cosas, de ayudar a descubrir misterios profundos, de explorar nuevos mundos... quizá incluso literalmente. He tenido la suerte de haber podido realizar este sueño al menos en parte. Para mí, el romanticismo de la ciencia sigue siendo tan atractivo y nuevo como lo fuera aquel día, hace más de medio siglo, que me enseñaron las maravillas de la Feria Mundial de 1939.
Popularizar la ciencia —intentar hacer accesibles sus métodos y descubrimientos a los no científicos— es algo que viene a continuación, de manera natural e inmediata. No explicar la ciencia me parece perverso. Cuando uno se enamora, quiere contarlo al mundo. Este libro es una declaración personal que refleja mi relación de amor de toda la vida con la ciencia.
Pero hay otra razón: la ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Preveo cómo será la América de la época de mis hijos o nietos: Estados Unidos será una economía de servicio e información; casi todas las industrias manufactureras clave se habrán desplazado a otros países; los temibles poderes tecnológicos estarán en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad; nosotros, aferrados a nuestros cristales y consultando nerviosos nuestros horóscopos, con las facultades críticas en declive, incapaces de discernir entre lo que nos hace sentir bien y lo que es cierto, nos iremos deslizando, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad.

tomado del capitulo Ciencia y Esperanza, del libro El mundo y sus demonios. de Carl Sagan

martes, 12 de enero de 2010

El caso de la gente de blanco en las pirámides


Hace unas semanas estuve de visita en una de las zonas arqueológicas más importantes de la cuenca de México, me refiero al Lugar donde fueron hechos los Dioses, o Teotihuacán en náhuatl. Las dos construcciones más importantes son la pirámide de la Luna y la pirámide del Sol, donde cada día se dan cita muchos visitantes que recorren La Calzada de los Muertos y suben a las pirámides. Frente a las pirámides uno puede aplaudir y escuchar el sonido del quetzal, que es el eco que se produce tras realizar esta acción. Desde hace unos años miles de visitantes esperan con ansias la llegada del equinoccio o el solsticio, para ir a “cargarse de energía” aunque también muchas personas lo hacen en otras fechas, según algunos, las pirámides son puntos donde se concentra la energía, de tal modo que la gente escala estas construcciones y al llegar a la cúspide extiende los brazos y espera recibir un poco de esa energía. Se ha vuelto popular la idea de que si uno se viste de blanco recibirá aun más energía.
La energía del Sol viaja por el vacío a través de la distancia que separa la Tierra del Sol en forma de ondas electromagnéticas, y los humanos detectamos visualmente como luz blanca o visible casi 50 % de esta radiación que el Sol envía a la Tierra. La luz blanca está compuesta por una gama de colores (los colores del arcoíris). Los colores que vemos son los colores reflejados por el objeto, el color de una superficie influye en la capacidad de reflexión y absorción de la radiación solar. Una hoja de color verde absorbe todos los colores excepto el verde, la hoja refleja el color verde, y ese es el color que vemos, las cosas de color negro absorben todos los colores y no reflejan ninguno, en cambio las cosas de color blanco reflejan todos los colores, a mayor captación de colores mayor cantidad de radiación, es decir más energía. Las personas que suben a las pirámides con la intención de cargarse de energía no solo no están cumpliendo con su cometido, por simples leyes físicas, en realidad lo único que están captando es calor y si suben vestidas de blanco en realidad están reflejando esa radiación. Lo ideal sería vestirse de negro, de esta manera toda la luz seria captada absorbida por nuestra ropa, pero creo que no es necesario explicar que sucede si nos vestimos de negro en un día soleado. Los trajes de los astronautas deben ser de materiales y colores que reflejen cierta cantidad de radiación pues de lo contrario seria fatal, hay un cuestionario de la NASA para estudiantes, que mediante experimentos sencillos, explica este fenómeno. La pregunta es ¿Qué tipo de energía cree la gente que está captando al subir a las pirámides vestidos de blanco? y, ¿si desmentimos a la gente que regresa feliz de su visita a las pirámides porque según se llenaron de energía? Que cruel es a veces la ciencia.