lunes, 12 de diciembre de 2011

Antes que acabe el año.

A propósito de los hechos ocurridos en la FIL Guadalajara, la intromisión de Televisa en defensa del PRI, y el asesinato de estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa en Chilpancingo.

A Sangre Junta. Donde quiera que estén.

En un país donde se confunde a los que leen con delincuentes y a los que no con salvadores es muy fácil cometer errores. Lo realmente sorprendente es que no sea posible aprender de ellos y es que al parecer tenemos que aguantar más lo que resta del año. Parece que es imposible acabar bien un año. A pocos días de que finalice el dos mil once hemos sido participes de lo que en años anteriores sería solo un rumor, un “me lo contaron ayer las lenguas de doble filo…” un “tal vez ocurrió” o un simple “no creas todo lo que piensas”. Mientras que las redes sociales en internet despotrican contra los políticos, con toda la razón y pleno derecho; ya que no merece justificación alguna que en una celebración de letras no se vaya a leer. Queda claro que no se está trabajando lo suficiente, después de todo una feria del libro va más allá del simple hecho de acaudalarse de textos, formar la linda colección para el nuevo librero. Es el pretexto necesario para acercarse a la cultura, conocer a los autores, saber que piensan y llevarse a casa no ya un libro o dos o tres o muchos, sino las ganas de adentrarse en la pasión de quien escribe, hacerse participe de su vivencia aunque muchas veces ficticia o fantástica a veces también demasiado real. Pero ese hecho sólo hizo patente la situación y las posturas a las que nos enfrentaremos el año venidero. Los medios de comunicación y su participación siempre constante aunque hasta ahora poco visible en las contiendas electorales. La manipulación de masas a través del lenguaje y los rostros estereotípicamente bellos. La publicidad leída entre líneas. Los discursos que justifican los actos “por el bien de todos”. Tienen su origen y su final en nosotros mismos. Hemos visto tantas veces la manera de actuar de nuestros políticos y de nuestros conductores de noticias que prácticamente aprobamos su desempeño, incluso nos mofamos de ellos pero en esa mofa vamos también nosotros, nuestras vidas y las de nuestros descendientes, nuestro presente y nuestro futuro. Se ha vuelto común y por tanto permitido ver el actuar del estado confundiendo a nuestros estudiantes con criminales. Haciendo pasar a quien se manifiesta, un libre derecho; en delincuentes. Nunca depositamos nuestra confianza en los medios o en nuestros políticos, la hemos depositado en nosotros mismos y a nosotros mismos nos hemos traicionado, quizá por no leer lo suficiente o por no reclamar aunque sea un poco. Aprobamos los hechos de quienes los ejercen y de quienes los comunican. Nos hemos olvidado de cuestionar, de dudar de lo que realmente duda nuestra alma. Triste la época en que vivimos, donde condenamos los actos de nuestros estudiantes, los hombres y mujeres del mañana, hay quien dice: “los hombres y mujeres del presente” mientras muchos de los adultos incapaces de alzar la voz por vergüenza o por fastidio, no ya por cansancio, evitan la fatiga. Habría que poner más atención en lo que exigen y demandan los jóvenes pues de ellos será esta tierra. No los acuséis de insensatos, de vándalos, no los matéis, ni en espíritu ni en cuerpo. Y aunque nos maten hoy, vendrán otros mañana, esa es también la eterna condena de los asesinos de jóvenes sedientos de mundo, de vida, de justicia, de razón y qué si se equivocan, se les ha olvidado a los adultos dirigentes y gobernantes, ávidos de poder, que la escuela, la juventud; es el lugar donde cometer errores no debería tener consecuencias fatales, no estamos ayudando mucho a nuestra sociedad aniquilando lo que bien podría ser la mejora del mundo.
Nos esperan tiempos difíciles. Vaya que lo serán, porque no hemos sido capaces de aprender no ya del pasado, del presente mismo. Los hechos ocurren ahora frente a nuestras narices en las redes sociales en internet unos cuantos segundos después de que ocurrieron. Nos presentan evidencia y ha sido posible la repetición y comprobación de lo ocurrido. Pero quienes creen que aun manejan a la población crean nuevos artilugios para justificar y opacar la verdad. Si aun así seguimos esperando a “que del cielo baje un hombre y su escudero y nos quite el malestar… yo no entiendo como gira este mundo que a veces marcha hacia atrás, se ha olvidado dar la mano al semejante, se resume en la injusticia social…” nos esperan tiempos muy difíciles.