miércoles, 2 de junio de 2010

Amor Animal




El fuego me recorre el cuerpo− el dolor de amarte. El dolor me recorre el cuerpo con las llamas del amor que siento por ti. La enfermedad del amor por ti me inunda el cuerpo. El dolor es como un forúnculo a punto de explotar de mi amor por ti. Consumido por el fuego de mi amor por ti. Recuerdo lo que me dijiste. Pienso en tu amor por mí. Me desgarra tu amor por mí. Dolor y más dolor. ¿Dónde te vas con mi amor? Me dicen que te iras de aquí. Me dicen que me abandonarás. Mi cuerpo esta entumecido de dolor. Recuerda lo que te he dicho mi amor. Adiós, mi amor, adiós. Con este fragmento de un poema de un indio kwakilut del sur de Alaska comienza el libro Por qué amamos. De Helen Fisher, antropóloga norteamericana que ya antes había resuelto uno de los dilemas que aquejan a los hombres y a las mujeres: ¿Cuánto dura el amor? En esta ocasión nos presenta una obra que no solamente aclara por qué nos enamoramos, también desde el punto de vista de la ciencia nos presenta una mirada a lo que es el amor, y por qué nos enamoramos de una persona y no de otra y como conseguir que el amor dure. Y como es que las funciones del cerebro están íntimamente ligadas con lo que sentimos y con las reacciones que tenemos.
Si es o no posible que otros animales (es decir; otros aparte del humano) amen, es una cuestión que Charles Darwin se planteó en su obra El origen del hombre y la selección en relación al sexo, “se trataba evidentemente de un caso de amor a primera vista, porque ella nadó hacia el recién llegado dulcemente… con insinuaciones de afecto” Charles Darwin estaba describiendo a una hembra de pato real que se había quedado prendada de un pato rabudo, o sea de una especie distinta de la suya. Darwin creía que los animales se sentían atraídos unos por otros, pero es Fisher quien le da a estas hipótesis la fuerza que se requería para hablar del tema, un tema que hasta ahora solo había sido abordado desde la visión de los poetas. Hablar del amor, de la atracción y del romance visto desde la ciencia, le da forma a muchos de los acontecimientos que a diario vivimos, es probable que muchos dirán que decir “…una gran fracción de los billones de neuronas en el cerebro del hombre es implicada en el cómputo de los datos visuales y auditivos recién adquiridos. Los canales de sodio y potasio se abren y se cierran. Las corrientes eléctricas corren por las fibras neuronales. Las moléculas fluyen de una terminación nerviosa a la siguiente una gran fracción de los billones de neuronas en el cerebro del hombre es implicada en el cómputo de los datos visuales y auditivos recién adquiridos. Los canales de sodio y potasio se abren y se cierran. Las corrientes eléctricas corren por las fibras neuronales. Las moléculas fluyen de una terminación nerviosa a la siguiente” (Alan Lightman) le quita el romanticismo al amor y no es comparable con el fragmento al principio de este artículo, pero es así como es posible que se dé una explicación razonable, una mirada a lo que ocurre dentro de nuestros cuerpos y entenderlo. También dirán muchos, y eso… ¿de qué nos sirve? Nos ayuda a entender como somos, como actuamos, y que nos mueve a hacer tal o cual cosa, de eso se trata la ciencia, de investigar, de ser curioso, de ir mas allá, donde los demás solo hacen conjeturas, la ciencia hurga, demuestra y comprueba.

martes, 25 de mayo de 2010

Curiosidad


Al hablar de personas que han hecho grandes aportaciones a la ciencia y al conocimiento, podemos pensar en científicos como Einstein, Galileo, Newton, y muchos más, del que hoy toca hablar aquí es de Darwin, un naturalista que fue capaz de modificar la creencia sobre el origen de las especies, hasta antes de la publicación de El origen de las especies, se creía que el ser humano provenía de un origen divino, creado de manera apartada del resto de los seres vivos, tal como dice la Biblia. Sin duda, la publicación del libro de Darwin dio un vuelco a la manera de pensar del siglo XIX, y abrió un campo hasta ese momento ligeramente explorado, la evolución. Darwin aparte de escribir El origen de las especies, El origen del hombre y otros textos sobre evolución, también escribió memorias y relatos de su vida, lo que ayuda a entender un poco más acerca de su vida y su quehacer. En estas memorias, Darwin se describe como pocas personas se atreverían a hacerlo, nos muestra la parte humana del naturalista, quizá, alejada de sus investigaciones, lo que la gente común hace, como comer, dormir, imaginar, ser curioso e incluso engañar. Y es que en cualquier momento en cualquier lugar, nos hacen falta personas como Darwin, hablando principalmente de la ciencia, en un país como México, nos hace falta que cada vez más personas se interesen por la ciencia, que vean la vida a través de la ciencia. A continuación un fragmento del libro Por qué no tenemos ciencia de Marcelino Cereijido; Sobre cómo truncar a nuestros investigadores incluso desde antes que decidan serlo.

Los mamíferos son muy exploradores, en particular los más jóvenes. Necesitan ir a recoger información sobre la realidad en que luego deberán vivir, sobrevivir, hacerse un lugar y reproducirse. Con el ser humano, la curiosidad infantil se fortifica y extiende hasta los años maduros, y con los investigadores se instrumenta de una manera sistemática y se profesionaliza. La información recogida no se reduce a la captada conscientemente ni mucho menos a la medible cuantitativamente, sino que incluye datos surgidos de olores, tibiezas, humedades, sabores que se incorporan sin previa explicación, que son provocados por feromonas y coscorrones y por supuesto, la que surge de las emociones asociadas. Luego pintar, esculpir, dibujar, hace música, cantar, bailar, jugar, practicar deportes, escribir literatura, bromear, son formas de explorar y experimentar que forman parte esencial de investigar y hacer ciencia.
Los modelos de la realidad que un individuo elabora parecen atravesar una primera etapa en la que se modela a sí mismo y al entorno (evalúa que se puede y que le conviene hacer); una segunda en la que aprende a entender los modelos ajenos (por qué el otro actúa así); y una tercera en la que es capaz de engañar, es decir, saber qué señales debe emitir para que el otro se forje (y sobre todo se maneje con) el modelo que a uno le conviene. La habilidad de engañar y de auto engañarse se adquiere alrededor de los 4 años de edad. En una investigación organizada por Bella DePaulo en la Universidad de Virginia, encontró que los adolescentes mienten en un 46% de las comunicaciones con sus madres y en un 77% con extraños (Kiernan, 1995). (Con todo, parece que las conclusiones dependen de que dichos jóvenes no le hayan mentido a la investigadora). Charles Darwin escribió para sus hijos recuerdos de su vida, en los que analiza algunos de sus rasgos personales y confiesa que en la escuela era muy dado a inventar historias falsas “para causar admiración”. Un “Dios te va a castigar” o una oportuna cachetada ayudan a prevenir que los niños se transformen en charles darwines.


Imagen: Darwin a los 7 años.

martes, 27 de abril de 2010

Sonrisa



Los labios de la mujer están brillando a la luz del sol, reflejando luz de alta densidad en la parte posterior de la retina del hombre, (…)
Después de unos 30 segundos –después de que varios cientos de billones de partículas de luz reflejada han entrado a los ojos del hombre y han sido procesadas- la mujer dice hola. Inmediatamente, las moléculas de aire son comprimidas, partiendo de sus cuerdas vocales y viajando en un movimiento como de resorte hasta los oídos del hombre. El sonido hace el viaje desde ella hasta él (20 pies) en un cincuentavo de segundo.
Dentro de cada uno de sus oídos, el aire vibrante rápidamente cubre la distancia hasta el tímpano, una membrana oval de unas 0.3 pulgadas de diámetro inclinada 55 grados respecto al piso del canal auditivo, empieza a vibrar a su vez y transmite su movimiento a tres diminutos huesos. De allí las vibraciones agitan el fluido de la cóclea, que se curva en espiral como caracol de dos y media vueltas.
Dentro de la cóclea, los tonos son descifrados. Aquí, una membrana muy delgada ondulada en consonancia con el turbio fluido y a través de esta membrana basilar corren diminutos filamentos de diversos gruesos, como cuerdas en un arpa. La voz de la mujer, desde la distancia, está tocando esta arpa. Su hola empieza en los registros bajo y eleva su tono hacia el final. En respuesta precisa, los filamentos gruesos de la membrana basilar vibran primero, seguidos de los más delgados. Finalmente, decenas de miles de cilindros salientes de la membrana basilar conducen sus temblores particulares al nervio auditivo.
El mensaje de hola de la mujer, en forma eléctrica, corre por las neuronas del nervio auditivo y entra al cerebro del hombre a través del tálamo hasta una región especializada de la corteza cerebral, para ser procesado.
Finalmente una gran fracción de los billones de neuronas en el cerebro del hombre es implicada en el cómputo de los datos visuales y auditivos recién adquiridos. Los canales de sodio y potasio se abren y se cierran. Las corrientes eléctricas corren por las fibras neuronales. Las moléculas fluyen de una terminación nerviosa a la siguiente.


Todo esto se sabe, lo que no se sabe es por qué, después de casi un minuto, el hombre se aproxima a la mujer y le sonríe.



Extracto de “Sonrisa” de Alan Lightman. Profesor de física del Massachussets Institute of Technology

lunes, 15 de marzo de 2010

¿Qué hacemos con la información?


Hace aproximadamente 570 años, alrededor de 1440 Johannes Gutenberg invento la imprenta moderna, aposto a que era capaz de hacer a la vez una copia de la Biblia en menos de la mitad del tiempo de lo que tardaba de copiar una el más rápido de todos los mojes copistas del mundo musulmán y que estas no se diferenciarían en lo absoluto de las manuscritas por ellos. Pidió dinero a un prestamista judío, Juan Fust, y comenzó su reto sin ser consciente de lo que su invento iba a representar para el futuro de toda la Humanidad. Los medios escritos han sido desde ese entonces los preferidos para compartir información, cualquiera que esta sea. Hasta hace algunos años, esta tendencia cambio radicalmente, pues ahora hay una gran cantidad de información en la interred y su disponibilidad es mucho mayor comparada con libros, revistas o periódicos por mencionar algunos. Hace apenas algunos años era casi imposible poder leer un artículo de una revista publicada al otro lado del mundo, o comprar un libro editado en un país diferente al nuestro, esto ha cambiado, es muy fácil enterarse de muchas cosas “con tan solo un clic”. No todo en la interred es bueno y no todo es mejor, existe una gran cantidad de información y muchas maneras para difundirla que resulta casi imposible poder cuantificarla, pero no solo eso, hay tanta información disponible que resulta difícil saber qué hacer con ella. Hace unos días en mi página de Feisbuc (Facebook) me encontré con que tenía más de 20 notificaciones, todas sobre encuestas, ¿con qué músico te identificas? ¿Cuál es el horóscopo que mejor te va? ¿Qué clase de novio deberías tener? ¿Qué mentalidad tienes? Y cosas como esas. La ciencia en colaboración con la tecnología nos ha brindado la capacidad para llenarnos de información, pero a veces cuando hay tanta y tan disponible como en el caso de la interred, lo que hacemos es pervertirla, resulta difícil creer que algo que pudo haber sido creado para facilitarnos la vida, nos la esté complicando. Tanta información utilizada de la peor manera no puede producir sino vértigo y angustia.

martes, 9 de marzo de 2010

El cierre del Museo de la Luz


Uno de los consejos más valiosos que he rescatado del libro antología de la divulgación es que hay que escribir solo cuando se tiene algo valioso que decir, pido una disculpa a los lectores de esta columna por la ausencia de información durante estas semanas, pues aunque había muchas cosas que decir, todas ellas valiosas, decidí dar un tiempo para recabar información y exponer nuevos temas. Se inicia una nueva temporada de Ciencia Beat con una noticia por demás importante, el cierre del Museo de la Luz, ya antes había dedicado una columna a hablar de la importancia de la exposición ahí montada. Como parte de los festejos del bicentenario de la independencia de México y centenario de la revolución, se planea montar una exposición en el recinto del Museo de la Luz dedicada a la constitución. No es que estemos en contra de dichos festejos pero parece ilógico que festejemos cerrando espacios dedicados a la cultura, la historia y la ciencia, sobre todo a la ciencia. Y ya que estamos con los festejos, porque no ponerse cursis, hace poco me llego un correo electrónico con una frase que decía más o menos así “el pasado es historia, el futuro es un misterio y el presente un regalo, por eso se llama presente” si bien no debemos echar en saco roto nuestra historia, pues ya saben lo que dice, “quien no la conoce esta condenad@ a repetirla”… si podemos más o menos intuir cual será nuestro futuro de seguir con el camino que llevamos y me salta una pregunta ¿Qué festejaremos en el 2110? ¿El recorte al presupuesto a la ciencia y a la educación, a la cultura? Es probable que el futuro no sea del todo un misterio, pero el presente es lo único que tenemos y podemos palpar, tenemos el museo de la luz, que pronto cerrara sus puertas por decisión de nuestro gobierno. Como divulgador es un hecho que me consterna, como ciudadano también, ese museo del que alguna vez hable en esta columna no lo volveremos a ver, quienes lo visitaron sabrán de que hablo, una pieza majestuosa en toda la extensión de la palabra, ya hay una gran movilización por parte de mucha gente, para muestra esta una página en Facebook y una más en Twitter, pero hace falta que muchos de nosotros nos demos cuenta de la importancia que radica en el hecho de conservar un museo dedicado a la divulgación de la ciencia, la cultura y la historia, ¿Qué es la luz? ¿Qué es el electromagnetismo? ¿Por qué vemos tal o cual color? ¿Qué es una lente? ¿Qué es un prisma? ¿Cómo viaja la luz? ¿Cuál es la diferencia entre luz y electricidad? Preguntas como esas son respondidas con una vista a este lugar. Quienes ya lo visitaron y se quedaron con ganas de regresar háganlo lo más pronto posible, y quienes aún no saben de qué les estoy hablando no duden en asistir, pues queda poco tiempo y es un gran presente que conozcamos lo que ahí se tiene. Doscientos años de ser orgullosamente mexicanos no solo significa apreciar nuestro pasado y nuestra historia sino también conocer lo que somos y lo que tenemos y preservarlo. A los que dieron la vida en la independencia y a los que murieron en la revolución estamos infinitamente agradecidos, y nosotros… ¿Qué tenemos? ¿Qué hemos hecho?
NO AL CIERRE DEL MUSEO DE LA LUZ.

martes, 19 de enero de 2010

Ciencia y esperanza


El pasado 20 de diciembre se cumplieron 13 años de la muerte del popular astronomo y divulgador de la ciencia Carl Edward Sagan. Aquí un extracto de uno de sus libros donde pone de manifiesto su interes por la ciencia y su divulgación.

Yo fui niño en una época de esperanza. Quise ser científico desde mis primeros días de escuela. El momento en que cristalizó mi deseo llegó cuando capté por primera vez que las estrellas eran soles poderosos, cuando constaté lo increíblemente lejos que debían de estar para aparecer como simples puntos de luz en el cielo. No estoy seguro de que entonces supiera siquiera el significado de la palabra «ciencia», pero de alguna manera quería sumergirme en toda su grandeza. Me llamaba la atención el esplendor del universo, me fascinaba la perspectiva de comprender cómo funcionan realmente las cosas, de ayudar a descubrir misterios profundos, de explorar nuevos mundos... quizá incluso literalmente. He tenido la suerte de haber podido realizar este sueño al menos en parte. Para mí, el romanticismo de la ciencia sigue siendo tan atractivo y nuevo como lo fuera aquel día, hace más de medio siglo, que me enseñaron las maravillas de la Feria Mundial de 1939.
Popularizar la ciencia —intentar hacer accesibles sus métodos y descubrimientos a los no científicos— es algo que viene a continuación, de manera natural e inmediata. No explicar la ciencia me parece perverso. Cuando uno se enamora, quiere contarlo al mundo. Este libro es una declaración personal que refleja mi relación de amor de toda la vida con la ciencia.
Pero hay otra razón: la ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Preveo cómo será la América de la época de mis hijos o nietos: Estados Unidos será una economía de servicio e información; casi todas las industrias manufactureras clave se habrán desplazado a otros países; los temibles poderes tecnológicos estarán en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad; nosotros, aferrados a nuestros cristales y consultando nerviosos nuestros horóscopos, con las facultades críticas en declive, incapaces de discernir entre lo que nos hace sentir bien y lo que es cierto, nos iremos deslizando, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad.

tomado del capitulo Ciencia y Esperanza, del libro El mundo y sus demonios. de Carl Sagan

martes, 12 de enero de 2010

El caso de la gente de blanco en las pirámides


Hace unas semanas estuve de visita en una de las zonas arqueológicas más importantes de la cuenca de México, me refiero al Lugar donde fueron hechos los Dioses, o Teotihuacán en náhuatl. Las dos construcciones más importantes son la pirámide de la Luna y la pirámide del Sol, donde cada día se dan cita muchos visitantes que recorren La Calzada de los Muertos y suben a las pirámides. Frente a las pirámides uno puede aplaudir y escuchar el sonido del quetzal, que es el eco que se produce tras realizar esta acción. Desde hace unos años miles de visitantes esperan con ansias la llegada del equinoccio o el solsticio, para ir a “cargarse de energía” aunque también muchas personas lo hacen en otras fechas, según algunos, las pirámides son puntos donde se concentra la energía, de tal modo que la gente escala estas construcciones y al llegar a la cúspide extiende los brazos y espera recibir un poco de esa energía. Se ha vuelto popular la idea de que si uno se viste de blanco recibirá aun más energía.
La energía del Sol viaja por el vacío a través de la distancia que separa la Tierra del Sol en forma de ondas electromagnéticas, y los humanos detectamos visualmente como luz blanca o visible casi 50 % de esta radiación que el Sol envía a la Tierra. La luz blanca está compuesta por una gama de colores (los colores del arcoíris). Los colores que vemos son los colores reflejados por el objeto, el color de una superficie influye en la capacidad de reflexión y absorción de la radiación solar. Una hoja de color verde absorbe todos los colores excepto el verde, la hoja refleja el color verde, y ese es el color que vemos, las cosas de color negro absorben todos los colores y no reflejan ninguno, en cambio las cosas de color blanco reflejan todos los colores, a mayor captación de colores mayor cantidad de radiación, es decir más energía. Las personas que suben a las pirámides con la intención de cargarse de energía no solo no están cumpliendo con su cometido, por simples leyes físicas, en realidad lo único que están captando es calor y si suben vestidas de blanco en realidad están reflejando esa radiación. Lo ideal sería vestirse de negro, de esta manera toda la luz seria captada absorbida por nuestra ropa, pero creo que no es necesario explicar que sucede si nos vestimos de negro en un día soleado. Los trajes de los astronautas deben ser de materiales y colores que reflejen cierta cantidad de radiación pues de lo contrario seria fatal, hay un cuestionario de la NASA para estudiantes, que mediante experimentos sencillos, explica este fenómeno. La pregunta es ¿Qué tipo de energía cree la gente que está captando al subir a las pirámides vestidos de blanco? y, ¿si desmentimos a la gente que regresa feliz de su visita a las pirámides porque según se llenaron de energía? Que cruel es a veces la ciencia.