
El pasado domingo anduve en el Museo de la Luz, en la ciudad de México. ¿Qué es el museo de la luz? Un espacio donde se explica de manera lúdica que es la LUZ sus propiedades y sus aplicaciones. La luz es una radiación que se propaga en forma de ondas, a las ondas que se propagan en el vacio se denominan ONDAS ELECTROMAGNETICAS. Existe una sala en particular, bastante apropiada para aquellos que sienten que los ven cuando se detienen a mirar con detalle una parte de la exposición, me refiero a la sala oscura. Donde se expone el caso de las luces frías. La principal atracción es la lámpara de plasma, una esfera de cristal transparente llena de una mezcla de varios gases los cuales se extienden desde una esfera en el centro que sirve como electrodo, cuando se le coloca una mano a la esfera de cristal, el campo eléctrico se altera, cambia la frecuencia y los rayos se dirigen a un solo punto, la mano, ya que funciona como un condensador eléctrico; los relampagos que vemos, no es electricidad sino gases.

Tanto en la esfera de plasma como en las fotoluminiscencias los ejercicios para comprender los procesos de la luz se hacen en la penumbra, lo cual provoca la participación de quien visita esta sala, con menos timidez de la que se pudiera percibir en las salas iluminadas, los visitantes experimentan un menor grado de inhibición, pues no se sabe con certeza quien está participando, entonces cuando se piden voluntarios, lo mas que se puede ver es la silueta de quien se ha ofrecido a tal o cual experimento.
Las bromas y los comentarios se dejan oír en mayor medida que en una sala iluminada.
La importancia de esto es que ahora este columnista se encuentra en un ejercicio de plantear un proyecto museográfico. El tema: el sexo. Por lo que la visita al museo de la luz y principalmente a la sala oscura, ha provocado una lluvia de ideas para lograr un mejor entendimiento de este tema tan controvertido y poco abordado por la su naturaleza delicada.