martes, 1 de septiembre de 2009

La vida inteligente sobre un planeta alcanza su mayoría de edad cuando resuelve el problema de su propia existencia. Si alguna vez visitan la Tierra criaturas superiores procedentes del espacio, la primera pregunta que formularán, con el fin de valorar el nivel de nuestra civilización, será: « ¿Han descubierto, ya, la evolución?» Los organismos vivientes han existido sobre la Tierra, sin nunca saber por qué, durante más de tres mil millones de años, antes de que la verdad, al fin, fuese comprendida por uno de ellos. Por un hombre llamado Charles Darwin. Para ser justos debemos señalar que otros percibieron indicios de la verdad, pero fue Darwin quien formuló una relación coherente y valedera del por qué existimos. Darwin nos capacitó para dar una respuesta sensata al niño curioso cuya pregunta encabeza este capítulo.* Ya no tenemos necesidad de recurrir a la superstición cuando nos vemos enfrentados a problemas profundos tales como: ¿Existe un significado de la vida?, ¿por qué razón existimos?, ¿qué es el hombre? Después de formular la última de estas preguntas, el eminente zoólogo G. G. Simpson afirmó lo siguiente: «Deseo insistir ahora en que todos los intentos efectuados para responder a este interrogante antes de 1859 carecen de valor, y en que asumiremos una posición más correcta si ignoramos dichas respuestas por completo.»

*El nombre del capítulo es ¿Por qué existe la gente?

Fragmento del capítulo 1, El gen egoísta, de Richard Dawkins

En 1859 ve la luz El origen de las especies de Charles Darwin, donde se plantea la idea que todos los seres provenimos de un ancestro común. El caso es que hasta la fecha en muchas publicaciones se sigue mal interpretando la idea que quiso plantear Darwin, y principalmente con el hombre, al parecer con las demás especies no hay mucho problema. El caso es que aun negamos nuestro origen o entendemos mal cual es. Hace días, me encontré con un libro el cual me pareció un ejemplo claro de la idea errónea de la teoría de la evolución. Dice así: …en el siglo XIX, cuando se supo que el mono era realmente el antepasado del hombre, a algunos les hizo falta mucho valor para asumir tan bestial ascendencia. El descubrimiento de Darwin inspiro incluso esta encantadora expresión a una duquesa inglesa, poco alagada por sus orígenes simiescos: “¡esperemos que sea falso, pero si es verdad, roguemos para que no se sepa!” La segunda parte es entendible, después de todo es la percepción de la realidad de una dama del siglo XIX, lo que aun no logro entender es, ¿quien le dijo a la autora del libro que el hombre proviene del mono? ¿A qué nos referimos cuando decimos mono? También he pensado que el problema quizá solo es semántico.

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